lunes, 16 de mayo de 2016

Crónica: el Canal de Castilla y la Laguna de la Nava

Se cumplían las previsiones y salimos con lluvia de Salamanca a las 8 de la mañana. De los 55 senderistas inicialmente apuntados, sólo 44 apostaron por lo que luego sería una feliz realidad y una jornada soleada.
A eso de las 10:15 llegábamos al pueblo palentino de Castromocho, punto de partida de nuestro recorrido.
Tomamos café en el Bar El Sindicato, interesante edificio de principios del siglo XX que fue sede de la Cooperativa Católica Agrícola.
Desde allí nos dirigimos hacia la iglesia de Santa María de Colaña que aloja la imagen de la Patrona del lugar, Ntra. Sra. Reina de los Ángeles. Allí nos esperaba Mary, sacristana y guía voluntaria que después, nos acompañaría hasta la otra iglesia del pueblo, San Esteban, con una sola nave enorme y dos fachadas platerescas y también un primer órgano ibérico del s. XVIII, de la escuela de Tadeo Ortega.
Germán, el organista de Capillas, que se ha acercado con Pedro, otro de los organistas aficionados de la zona, éste último de Abarca, nos deleitan con algunas piezas musicales.
Al salir de San Esteban, recuperamos el autobús y nos acercamos hasta Villarramiel, para coger la antigua carretera nacional hasta el puente del Membrillar y el Canal de Castilla. El camino inicialmente propuesto desde Castromocho era impracticable con las últimas lluvias.
Así pues, iniciamos la marcha, aún bajo la lluvia, en Villarramiel, pero ya a la altura del Canal, unos tres kilómetros más tarde, comenzó a despejarse el día. Hacemos las primeras fotos desde el Puente Membrillar.
Continuamos por la margen (sirga) derecha del canal, atravesamos pocos metros después la carretera N-610 y seguimos la ruta.




Allí estaban, a nuestro lado, las llamadas Charcas del Cruce (“De abril a junio, durante del periodo reproductor, las formaciones riparias acogen varias decenas de especies de aves insectívoras que utilizan el refugio y alimentación que proporcionan estos bosques lineales”) rodeadas por un verdadero tapiz de flores de diversos colores.
En Abarca nos recibe la esclusa nº 1 del Ramal de Campos y el voluminoso edificio de La Fábrica de Harinas que luego fue Museo de Arte Contemporáneo. Y unos cientos de metros más allá, la Iglesia de San Sebastián con su exquisita torre mudéjar y otro órgano ibérico que tenemos la fortuna de poder escuchar, como el de Castromocho y también, de admirar por completo su estructura. No podemos olvidar que Abarca es la sede de la Fundación Francis Chapelet que se ocupa de la rehabilitación de los órganos de Tierra de Campos.
Luego, nos acercamos hasta un salón con calefacción y servicio que nos ha habilitado Miguel, el Alcalde, en una zona ajardinada y junto a la torre del carrillón de las horas, en el centro del pueblo. Y de camino, pasamos por delante del Palacio de los Osorio y de algunas sobresalientes estructuras de ladrillo y adobe en las casas del pueblo.
Después de comer, retomamos el camino del canal, aunque ahora por la margen (sirga) izquierda, pasamos junto a la Laguna de Abarca y atravesamos el puente de tres ojos, “El Acueducto”, sobre el río Valdejinate.
Y de allí, entre trincheras adornadas de flores en los taludes y que contienen por arriba el “mar de cereales de la Tierra de Campos”, entre cañaverales y frondosos árboles de ribera, nos acercamos a Fuentes de Nava y su aún más airosa torre de San Pedro.
Pasamos por delante de la recientemente rehabilitada Iglesia de Santa María y por el Centro de Interpretación de la Laguna de la Nava para acercarnos a la Iglesia de San Pedro y su torre de 55 metros, “La estrella de Campos”. Me acerco a buscar a la Sra. Pilar para que nos abra la puerta y llega Carmelo, el organista de Fuentes, que nos la explica y también hace luego sus pinitos como organista con Germán el de Capillas, que ha vuelto a juntarse con nosotros.


Tras el consabido refresco del final de la ruta en los bares del pueblo, nos recoge el autobús en la histórica Plaza de Calvo Sotelo y nos acerca por la carretera de Mazariegos hasta los accesos al Observatorio de la Colada de Correpalencia. Caminamos unos ochocientos metros y disfrutamos de las espléndidas vistas que tiene la laguna desde este observatorio privilegiado: fochas, espátulas, garzas…
Regresamos a la zona de aparcamiento, subimos al autobús y damos por concluida una jornada que ha conseguido aunar las ansias de caminar con la sorpresa que proporciona el paisaje característico de la Tierra de Campos en esta época del año, sus construcciones de ladrillo y adobe, la esbeltez de las torres de sus iglesias, la estructura del Canal de Castilla y su función histórica (las esclusas y las harineras), la conservación de los órganos ibéricos tan especialmente bien representados en las iglesias de esta zona, así como el interés por difundir sus potencialidades musicales y la importancia de los humedales de la zona, entre los que destaca por su extensión la Laguna de la Nava, para la supervivencia y observación de numerosas aves.
Javier H. Mercedes.


Fotografías de Javier Hernández.

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