martes, 22 de marzo de 2016

Crónica: tras las huellas de Unamuno por las Arribes del Uces

Partimos de Salamanca con un sol que anticipaba un bonito día. Después de tomar el consabido desayuno en el bar de la gasolinera, iniciamos nuestra marcha.
Luce el sol y caminamos con la vista fija en los pueblecitos portugueses. Hacia ellos nos dirigimos descendiendo por caminos y pistas que atraviesan un paisaje de olivos centenarios hasta divisar el Río Duero. Allí, además de los olivos, nos acompaña una vegetación propia de Arribes en la que destacan hermosos enebros. Y así llegamos a nuestra primera meta: la desembocadura del Uces en el Duero.
¿Qué decir de este lugar?. Los buitres planeaban en el cielo, se respiraba la naturaleza y se hubiera escuchado el silencio si los senderistas hubiéramos podido permanecer callados. Era el lugar ideal para hacer una parada y tomar el tentempié.
Después teníamos que ascender lo que antes habíamos descendido. Eso ya no fue tan agradable, pero nos lo tomamos con calma, de modo que todo el grupo pudo seguir el ritmo y llegamos sin novedad a la Cascada del Pinero.
Hicimos una pequeña parada para advertir al grupo de la necesidad de ir con cuidado por los resbalones, así como de marchar de uno en uno por lo estrecho y un poco peligroso de la senda. Fue mágico y agradable atravesar la cascada y contemplar su entorno.
En la senda encontramos olivos centenarios cultivados en terraza pero abandonados por falta de brazos y por la escasa productividad.
Aunque un poco duro el ascenso, mereció la pena el esfuerzo por la belleza del lugar. El grupo se movía bien y al unísono por lo que pudimos llegar al Pozo de los Humos antes de lo previsto (a las 14:30), tomarnos un merecido descanso, hacer fotos, comer e incluso echarnos la siesta.
La temperatura era muy agradable, el sol brillaba, íbamos muy bien de tiempo y nos quedamos disfrutando un buen rato, por lo que repusimos las fuerzas necesarias para afrontar la ascensión final.
De nuevo nos desviamos del camino convencional y elegimos una senda entre olivos cubiertos de líquenes, ruscos, zumaques, madroños y otra vegetación propia de la zona y, pasando por la Fuente las Fúas, ascendimos hasta la Casa del Abogado y de allí al pueblo donde disfrutamos de unas merecidas cervezas. Estábamos en Salamanca a las 19:30 de la tarde. Enhorabuena al grupo. Gracias por habérnoslo hecho tan fácil a los guías.



Fotografías de José Luis García, Pedro Martín y Luixi Manchado.

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