jueves, 4 de junio de 2015

Crónica: de Peromingo a Horcajo de Montemayor

A las 8:30 partimos de la Plaza de Gabriel y Galán hacia el Valle de Sangusín. Cielo azul y previsiones de calor. Herminio, el conductor del autobús de Hnos. Martín, puso rumbo a Peromingo, el punto de partida de la excursión. En una hora estábamos allí, y el bar de Ester ya nos esperaba para el café.



Hacia las diez tomanos el camino de la Cañaílla y ya en los primeros pasos se veía que los calores de mayo habían hecho mella en la primavera. El campo comenzaba a agostar y muchas flores habían ya cumplido su ciclo de color. Un roble centenario al poco de salir posaba impertérrito para las primeras fotos.

Luego llegamos a San Medel, con su iglesia destechada, sus pilas bautismales, su torre con cigüeña y su potro de herrar. Dentro de la iglesia todos en la zona de sombra.

En el ligero descenso desde San Medel a Valverde de Valdelacasa pudimos disfrutar de la espléndida vista de los Picos de Valdesangil y de la Sierra de Béjar. En ésta todavía se apreciaban algunos neveros, claramente menguantes, en la zona de la Ceja. En Valverde, primera fuente y descanso con refrigerio para reponer fuerzas y sobre todo líquidos.

Atravesamos el GR-100, la Vía de la Plata, y nos dirigimos hacia Valdefuentes de Sangusín. En esta parte del trayecto se agradecía la sombra de los fresnos, porque el calor iba in crescendo. Un par de fresnos centenarios nos saludaron y se dejaron fotografiar con sus mejores galas. La cuesta final hasta Valdefuentes a pleno sol se hizo un pelín larga y puso las bases de las ganas de una cañita. Dicho y hecho. Cerca de la enorme iglesia, en un bar samaritano, nos dimos el gustazo de una cervecita fresca.

Luego bajada por entre huertos de patatas hacia la SA-220. Eran las dos y media cuando llegamos a la carretera. Y se planteó el problema: ¿comer o no comer? He ahí la cuestión.

Mayoritariamente, el personal prefirió alargar la hora de la comida media horita para llegar al río. A pesar del calor, el ritmo de la marcha subió un par de puntos y a las tres llegamos al río prometido. Justo donde el río Sangusín corta al camino entre Valdehijaderos y Horcajo, cada cual buscó su sombra preferida, sacamos los bocatas y similares y algunos metieron los pies en el agua. Efecto balsámico y a afrontar el último tramo con el sol en todo lo alto.

Afortunadamente, hasta el molino de Horcajo había sombra aceptable y mucha menos agua en los caminos que lo previsto. Ya en el molino la mayoría se acercó al río para ver los gálapagos con resultado decepcionante. Entre el calor y la escasez de agua del río los galápagos brillaban por su ausencia.

El último tramo hasta Horcajo, aunque a pleno sol, era corto y además con fuente incorporada. Serían las cinco de la tarde cuando llegamos a Horcajo, dónde ya nos esperaban Herminio y su autobús. Una horita para tomarnos unas cervecitas en el bar del pueblo, con terraza y todo, y vuelta a casa. A las 19:15 en punto llegábamos a la Plaza de Gabriel y Galán. Puntualidad británica.

Fotografías de Alberto Hernández y Alfredo Domínguez.

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