jueves, 6 de febrero de 2014

Tierras de Peñaranda: la previa

Cuando se habla de senderismo, me temo que la mayoría de las personas piensan en bosques, en ríos y hermosas riberas, en montes y en general en una naturaleza, que regala paisajes diferentes en cada época del año, pero todos ellos espectaculares. Existe otro tipo de senderismo, de alguna manera denostado, que se le considera monótono y aburrido, propio de paseantes, que tiene lugar por los llanos caminos exentos de dificultad. Las llanuras de la meseta castellana están plagadas de ellos, como no podía ser de otra manera. Estos caminos, como todos, han cumplido durante siglos la función primordial de unir poblaciones vecinas, de llevar y traer personas y animales, mercancías, cultura y arte, penas y alegrías, así como servir de vías de comunicación y desarrollo de la actividad humana.

Los caminos que patearemos el próximo domingo son de esos, de los que “no dicen nada”, sin hitos singulares, sin bosques. Caminos que se dirigen hacia un horizonte inacabable, sin obstáculos que entorpezcan su extensa visión. Las Tierras de Peñaranda representan perfectamente el paisaje característico de la meseta castellana. Terrenos de labranza, de secano, llanos en su totalidad con suaves ondulaciones, un pequeño pinar allí a lo lejos, la torre de la iglesia del pueblo al que nos dirigimos, arroyos secos y el polvo del camino en verano mientras que en invierno las heladas implacables y alguna que otra nevada hacen que las liebres, conejos y perdices se muevan con una rapidez endiablada como si quisieran huir del frío mientras en el cielo las rapaces majestuosas buscan incansablemente las presas. Y luego, como un accidente, como algo postizo, el embalse del Riolobos. Este elemento geográfico obra del hombre, ha venido a sustituir a las lagunas de la zona, los lavajos, convirtiéndose en el refugio temporal y de descanso de multitud de aves migratorias, que fue catalogado como ZEPA allá por el 2003. Aquí pasan temporadas un buen número de anátidas que reponen fuerzas para continuar con su viaje norte-sur y viceversa. Un lugar para disfrutar.

Y luego, los pueblos. Al final esos pueblos castellanos, con siglos de historia que poco a poco se van consumiendo, que ven como su población disminuye constantemente y su futuro se ennegrece irremisiblemente si no ponemos algo de nuestra parte para evitarlo. Allá por siglos XI y XII fueron pueblos de frontera, hoy como una vuelta al pasado, tienden al latifundio, a las grandes extensiones de terreno en manos de unos pocos propietarios. Entonces eran los reyes de León y Castilla, hoy algún noble venido a menos y empresarios de éxito son los que manejan estas tierras, diversificando su uso en excentricidades como cotos cinegéticos para disfrute de europeos acomodados de disparo fácil. La industrialización del campo, las carreteras, la PAC, la falta de servicios y otras tantas cosas han contribuido de manera explicita a la despoblación del  campo. No es tarde que haya que ir pensando en una vuelta al mismo como una opción no existencial sino de subsistencia.

1 comentario:

  1. El Azud de Riolobos nunca debió ser declarado ni Zona Húmeda Catalogada ni ZEPA. Ni es emblemático, ni hay nada que conservar porque nunca hubo nada, es simplemente un embalse artificial de muy reciente construcción que costó un montón de millones de pesetas ( 3.000 millones según los carteles) que pagamos entre todos y que su finalidad es el riego. El día que empiece a funcionar, las fluctuaciones de agua serán constantes porque así está diseñado. Mientras tanto y hasta que se empiece a regar, cada vez que se quiere llenar hay que subir el agua desde el rio y nos cuesta también un montón de dinero que volvemos a pagar entre todos y que no recuperamos. Por tanto las aves y los peces que hay no son más que un accidente, ni las aves ni los peces deberían estar alli puesto que nunca estuvieron. Si alguna especie de ave se aclimata a lo que hay y en las condiciones que hay en cada momento : estupendo , que no : pues que se le va a hacer, que se queden donde estaban.
    Si como parece nunca se va a regar , lo que hay que hacer es demoler esta obra inutil que lo único que sirve es para gastar dinero.
    A quien se le ocurre declarar zona húmeda lo que ha sido siempre un secarral, y es que la estulticia humana no tiene límites, igual que la jeta de algunos.

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