jueves, 7 de noviembre de 2013

Crónica: la Muela

Me he dado cuenta de que existe una gran diferencia entre las rutas que organizamos por cualquier lugar y las que se realizan por nuestra tierra. Estas últimos las tratamos como si de enseñar nuestra casa se tratase. Es lo que sentí el domingo con Carmen y Santi en Béjar. Y he de deciros que la tenían (su "casa") como los chorros del oro.

Para empezar, nos tomamos un café en el bar de abajo, en la estación de autobuses; subimos calle arriba y nos quedamos sorprendidos del señorial "portal", nada menos que El Castañar. Ya dentro, lo primero que vemos son las estupendas vistas que disfrutan, con toda la Sierra de Béjar y el coqueto pueblecillo de Candelario, ¡qué envidia!. Tras un largo "pasillo", que le tienen puesto nombre, de los Paporros, que es así como llaman a los habitantes de La Garganta, llegamos al amplio baño, donde unas sencillas fuentes con agua corriente sirven para saciar la sed o para asearse. Sin respiración nos quedamos al ver la inmensa “bañera”, nada menos que el pantano de Fuente Santa. Continuamos con la visita, por el piso estupendamente iluminado y caldeado por un sol radiante.

Así llegamos al comedor, demasiado ventilado, eso sí, con vistas al Ambroz, lo llaman puerto de Navamuño. Allí comimos sentados en su estupenda alfombra verde. De aquí pasamos a la “habitación” de Los dos Hermanitos, con su estupenda colección de glaciares fosilizados (huellas del glaciar dejadas sobre el terreno), pero ¡vaya desorden! creía que esto sólo ocurría en mi casa, inmensas morrenas o rocas desparramadas por todos lados, había que sortearlas, como si de calcetines sucios se tratase. Antes de salir al precioso jardín de la Dehesa, vimos que ya estaban colocando el Belén, con su musgo, su puentecillo con agua de plata, su portal de Belén, donde ya durante la Guerra de la Independencia había nacido un bejarano "de pro". faltaban los Reyes Magos, y es que aún queda tiempo para que lleguen.

Y salimos al fin a Candelario, donde siempre es un placer perderse por sus retorcidas callejuelas, terminando con unas tonificantes cervecitas de rigor.

Me estoy dando cuenta que no nos enseñaron la cocina... ¡habrá que volver!.

Fotografías de Alfredo Domínguez, Alberto Hernández, Antonio Luis Marcos y Vicente Martín. Recorrido.

2 comentarios:

  1. Muy personal esta crónica, entrañable. Y poned comentarios coño.

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  2. Me gustó la ruta: La dureza, media; los diferentes paisajes y el ritmo que fue ideal (sin prisas y con pausas adecuadas), los guías daban tiempo al reagrupamiento para comenzar sus estupendas explicaciones. El restaurante elegido también estuvo bien, aunque alguien dejó la puerta abierta y había mucha corriente.

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